As Life Passes Us By

The Latin American «Boom» in literature seemed to spring forth almost simultaneously in various countries of North, Central, and South America, beginning in the 1950s. The authors most commonly included as «founding members» of the group are: Gabriel García Márquez, Colombia; Julio Cortázar, Ernesto Sábato and Jorge Luis Borges, all from Argentina; Alejo Carpentier, Cuba; José Donoso, Chile; Miguel Ángel Asturias, Guatemala; Juan Rulfo and Carlos Fuentes, México; Augusto Roa Bastos, Paraguay; César Vallejo and Mario Vargas Llosa from Perú; Juan Carlos Onetti, Uruguay.

All these authors have had novels translated into English and other languages, and some are readily recognizable to avid readers of fiction. García Márquez, Asturias, and Vargas Llosa have all subsequently been named Nobel Laureates.

In 2011, Vargas Llosa published a book of essays, El viaje a la ficción (English: A Flight into Fiction), dealing exclusively with Uruguayan author Juan Carlos Onetti and his novels. Vargas Llosa considers them much more deserving of availability and serious attention than they have gotten. He has personally lauded Onetti as “el primer narrador moderno de nuestra lengua” (English: the premier modern narrator of our language). Carlos Fuentes has said, «Las novelas y cuentos de Onetti son las piedras de fundación de nuestra modernidad» (English: His novels and short stories are the cornerstones of our modernity). Finally, Julio Cortázar simply called Onetti «el más grande novelista latinoamericano (English: the greatest Latin American novelist).

Onetti’s seminal novel, La vida breve (English: A Brief Life) published in 1950 is widely considered a foundational work of the Latin American Boom

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Juan Carlos Onetti

In essence, this «Boom» heralded a change in Latin American fiction from a focus on colonialism, dictatorships and other regional themes to the universal works of human nature and its conditions, often within an aura of magical realism which also emerged during the Boom. In this work, Onetti highlights what he considered the universal human trait of fleeing from reality to imagination and fiction as the way to deal with the lives we are born to lead.

Now to the heart of the matter. With this novel now well underway, we suddenly read the following:

«Lo malo no está en que la vida promete cosas que nunca nos da; lo malo es que siempre las da y deja de darlas.»

(English: «What is bad is not that life promises us things it never gives us; what’s bad is that it always gives them and then stops giving them.»)

I would say there is nothing more typical of human nature than to desire things we do not have while underappreciating all the things  life has given us. Then, especially as we age, we begin to lose the things we have taken for granted, things like jobs, relationships, physical strength and agility, the ease with which we can hope and plan for the future, independence, our worth to the larger society, and many other tangibles and intangibles depending on our individual circumstances. In this country we even take for granted «life, liberty, and the pursuit of happiness» because we are taught that we’re entitled to them. And yet, when studied seriously, it is possibly the most egregious example of human overreach ever uttered.

It can be sad to lose what we haven’t appreciated enough. We all know related aphorisms and quotes like «You don’t know what you have until you lose it» and «The Lord (life) gives, and the Lord takes away», but we tend to remain blissfully unaffected by them, largely due, I would say, to the effort we expend in denying our own mortality

The flight from life into a fictional refuge remained the central theme of Onetti’s most important novels. We can count and name his characters who undertook it. We can also find them in the mirror if we look objectively enough. The flight from life into fiction is the flight from mortality to immortality, and one way or another we all undertake it.

¿Qué nos quitamos con cada capa de civilización que nos ponemos?

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Los machiguenga

En el 2008, Mario Vargas Llosa lanzó un nuevo libro de no ficción titulado El viaje a la ficción. El objeto de éste son las obras del escritor uruguayo Juan Carlos Onetti, quien Vargas Llosa reconoce como uno de los fundadores del «Boom» latinoamericano con la publicación en el 1939 de su novela El pozo.

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En su prefacio, Vargas Llosa se pregunta sobre los orígenes de la ficción, de los cuentos y fábulas esparcidos por los contadores mucho antes de que fuera inventada la palabra escrita. En cierto sentido, éste es el destino del viaje a la ficción, un viaje hasta el puro comienzo del arte de entretener a algún público mediante historias inventadas o recontadas por un contador ambulante.

Específicamente, el autor se remonta al año 1958, durante el cual tuvo la oportunidad de acompañar a un grupo de investigadores de la Universidad de San Marcos y el Instituto Lingüístico de Verano en una excursión a conocer la comunidad machiguenga que vivía  cerca de Pucallpa, en la Amazonía peruana. Antes de la llegada allí de los esposos Wayne y Betty Snell en el 1951 la comunidad había vivido sin cualquier contacto con la «civilización». A los Snell les costaron mucho tiempo y paciencia para ser aceptados y después alojados por la tribu.

Lo que me llamó mucho la atención fue el anécdota que contó Wayne Snell a Vargas Llosa sobre los sucesos de una noche de ya hacía años, es decir durante el comienzo de su convivencia con los machiguenga. Vargas llosa relata que:

Advirtió [Snell], de pronto, que cundía una agitación inusitada entre la comunidad. ¿Qué ocurriría? ¿Por qué estaban todos, hombres y mujeres, chicos y viejos, tan exaltados? Le explicaron que iba a llegar «el hablador» [. . .]. Este es el momento de su historia que a mí me quitaría el sueño muchas noches, que cientos de veces retrotraería para volverlo a oír o imaginármelo, que sometería a un escrutinio enfermizo, al que, con sólo cerrar los ojos, imaginaría los meses y años futuros de mil maneras diferentes. [. . .] Lo que él recordaba sobre todo era la unción, el fervor, con que todos lo escuchaban, la avidez con que bebían sus palabras y cuánto se alegraban, reían, emocionaban o entristecían con lo que contaba.

A esas alturas, Snell aún no dominaba la lengua de los machiguenga, así que no pudo contarle a Vargas Llosa la esencia de lo que el hablador hubiera dicho a esa multitud tan cautivada por su mera presencia. Profundizando el tema con Snell, el autor recopilaba pisca a pisca los posibles temas de la presentación:

 «. . .aquel monólogo era un verdadero popurrí u olla podrida de cosas disímiles: anécdotas de sus viajes por la selva, y de las familias y aldeas que visitaba, chismografías y noticias de aquellos otros machiguengas dispersos por la inmensidad de las selvas amazónicas, mitos, leyendas, habladurías, seguramente invenciones suyas o ajenas, todo mezclado, enredado, confundido [. . .] Luego, cuando el hablador partió, en toda la comunidad siguieron rememorando su venida muchos días, recordando y repitiendo lo que aquél les contaba.»

No recuerdo historia alguna, verdadera o ficticia, que me haya conmocionado tanto como ésta. Igual que a Vargas Llosa,  me quita el sueño. Es la prueba de que hemos sufrido una pérdida irreversible, una pérdida autoinfligida sin querer. Los procesos del desarrollo humano como dominar el fuego, pastorear ovejas, cultivar maíz, rodar sobre ruedas y volar sobre alas nos han hecho seres diferentes aunque parezcamos iguales.

Me imagino por allá con Snell, acompañando a los machiguenga en la Amazonía peruana en aquél momento en que corría la voz sobre la pronta llegada del hablador. Los veo en su anticipación cada vez más alborotados, en su delirio afanoso de recibir a este simple hablador. De repente me doy cuenta de que no puedo relacionarme con ellos. Nací igual que ellos pero en seguida comenzaron a ponerme capa sobre capa de una naturaleza creada y no natural, que llamamos la civilización. Envuelto así en estas capas de historia y logros humanos no hay casi nada que me penetre el alma.

No creo que exista la persona cuya llegada esta noche me conmocionaría al nivel alcanzado por los machiguenga. Llega Shakira a tocar mi puerta, llega Barak Obama trayendo la pizza que estoy por pedir, llegan Elvis y Frank Sinatra del más allá para presentarse en el parque de en frente.

¿Y eso qué? La naturaleza artificial está al borde de crear la inteligencia artificial y como consecuencia, nuestro dios artificial. Pronto vamos para Marte. Es una lástima que cuando venga el día en que el ser humano pise Marte no cause tanta conmoción como la que causó el hablador al entrar en el territorio de los machiguenga.

El Gozo de Leer

Si me preguntan, ¿En que consiste una buena obra de ficción?, diría que la mido sobre dos dimensiones: 1) el estilo fluido de escritua que mete al lector en un sueño que nunca sea interrumpido por afectaciones o tropiezos del autor (por ejem. Salon de belleza de Mario Bellatín); y 2) otro estilo más cerebral que detiene el lector a lo largo de su lectura porque llega una frase tan memorable que hay que ponderarla antes de volver a leer lo que la sigue (por ejem. Estrella distante de Roberto Bolaño).

Terminé de leer Éstrella distante esta mañana poco después de desayunar. En el último capítulo el narrador viaja en tren por las afueras de Barcelona con el detective chileno Abel Romero, «uno de los policías más famosos de la época de Allende». Éste comienza a hablar de lo que piensa hacer cuando reciba su considerable pago por el trabajo que los dos  llevan a cabo juntos. Dijo  que sería «empresario de pompas fúnebres», y siguió enumerando las cualidades indispensables del buen director de funeraria. Ahora pasa a lo rentable que puede ser este negocio:

En los ataúdes la ganancia puede llegar a ser del trescientos por ciento. Tengo un compadre en Santiago de los tiempos de la Bridaga que se dedica a hacer sillas. Le hablé el otro día por teléfono del asunto y dijo que de las sillas a los ataúdes hay un solo paso.

Obviamente me eché a reir. A carcajadas primero, pero de golpe las misma palabras me hicieron reconocer mi condición de peregrino sobre esta tierra.

«De las sillas a los ataúdes hay un solo paso.» Concluí con cierta ansiedad que esta frase se realiza más fácilmente en su sentido figurado que en su sentido literal. En el taller, no hay un solo paso que convierta una silla en un ataúd. Dele este trabajo a cualquier carpintero y le dirá que la idea es absurda. Mejor empezar con tablas.

Pero en su sentido figurado, es posible estar sentado en una silla en un momento y estar listo para el ataud en el otro. Ya lo había visto. Sé a ciencia cierta que sucede.

El primer trabajo que conseguí después de graduarme del colegio fue en el departmento del registro de acciones en un banco internacional en todo el centro de Chicago. Un día para almorzar bajé a la cafetería en la planta baja del edificio, pasé por la fila y comencé a llevar la bandeja a una mesa con sillas disponibles. De repente, hubo un ruido, un ruido que no solamente se oía sino también se sentía debajo de los pies sobre el piso de concreto. Un hombre, de camisa blanca y corbata rayada, tambaleaba sobre su silla mientras ésta daba unas vueltas en forma de arco. Después se cayó y dejó de temblar. Todas las personas cercanas formaban un círculo alredador de él, pero a una distancia amplia. Con ganas mórbidas de presenciar todo pero sin suficiente proximidad para ser contagiadas.

La muerte en todas sus formas: temprana, tarde, imprevista, anhelada, inevitable, esperada, reconfortante, espeluznante y más que nada, caprichosa.

«De las sillas a los ataúdes hay un solo paso.» Se ríe primero y se contempla después.

The Serenity of Poverty

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Colombian author Gabriel García Márquez, winner of the Nobel Prize for Literature in 1982, is most famous for his novel Cien años de soledad  (One Hundred Years of Solitude), perhaps the best single example of the magical realism that was at the heart of the Latin Boom in literature that took place during the last half of the Twentieth Century.

Five years before this novel was published in 1967, he published a book of eight shorts stories called Los funerales de la mamá grande  (Big Mama’s Funeral). The third story in this collection is La siesta del martes  (Tuesday Siesta), a seemingly simple story of a poor mother who takes her young daughter by train to a town where her son had already been killed and buried. She needed to find more meaning, more substance to make sense of her mourning.

García Marquéz spends little time before showing us her extreme poverty; it is at the heart of the story. They travel in a third class coach situated so the smoke from the engine will pass through its windows. He tells us of the mother:

«Viajaba con la columna vertebral firmemente apoyada contra el espaldar del asiento, sosteniendo en el regazo con ambas manos una cartera de charol desconchado. Tenía la serenidad escrupulosa de la gente acustombrada a la pobreza.»

Translation:

«She was riding with her spinal column braced firmly against the back of the seat, and held a peeling patent-leather handbag in her lap with both hands. She bore the conscientious serenity of someone accustomed to poverty.»

I enjoy page-turners, but the main reason I read fiction is to find those rare authors who can make me stop abruptly because some sentence or phrase is just too good to pass by on the fly. In my opinion, García Márquez is one of the best at this. It’s a call to stop and think, forcing you to confront yourself and take sides sometimes.

«She bore the conscientious serenity of someone accustomed to poverty.»

I lived in Colombia, mostly Bogotá, for more than ten years. I met the poor and saw this serenity often while with them. Serenity without food but always with a cup of coffee to offer a visitor. Worn clothes but freshly creased by an iron (often borrowed). I marveled at it. Humor in conversations, hope for better days, and trust in God, always.

If you’re familiar with the Bible you may have come across the scene when Jesus, after his resurrection, enters the locked upper room and greets his frightened disciples. He gives them a gift, the gift of his peace. Why peace? I used to think. Why not strength, health, happiness, perseverance, prosperity or other attributes? We, as Americans, are guaranteed «life, liberty and the pursuit of happiness». What happened to peace?

This story helps me find the answer; no government can grant us peace, and yet peace is the only inner feeling that can get us through any adversity. García Márquez tells us the mother bore conscientious serenity, conscientious peace. She herself was aware of it, and she bore it proudly.

García Márquez’ novels and stories are filled with these lines that pack a punch. They always make you stop and think; sometimes leaving you angry, laughing, marveling, crying, or maybe even serene.

Compulsivamente Rompiendo Moldes

 

 

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El poeta y novelista chileno Roberto Bolaño Ávalos transformó la literatura escrita en español, moviéndola del realismo mágico del boom hispanoamericano al infrarrealismo , movimiento que él mismo denominó real vanguardismo

Denominada como se denomine, la escritura de Bolaño, la cual descubrí al azar, es magnífica.  Sí, puede ser pesada mientras el autor deambula por sus mundos etéreos sin advertirnos su próximo paso. Sin embargo, al lector captado por su prosa infundida ricamente de poesía, no le importan los sucesos inverosímiles o los tiempos que andan en forma de espiral. A mí me deja muchas veces con admiración, ojalá yo pudiera expresarme así. Desearía que pudiese haber dicho esto, por ejemplo:

Uno tiene que conocer gente de todas las clases, a veces es necesario empaparse de realidad.     -Nocturno de Chile, Roberto Bolaño

La escritura de Bolaño te secuestra alegremente en un ámbito fantasmagórico en que, por ejemplo,  un sacerdote del Opus Dei, también crítico de obras literarias, y después de una vuelta por Europa regresa a Chile para enseñalarle al mismo Pinochet los pormenores del marxismo (Nocturno de Chile). Tales cosas extrañas no desconciertan de ninguna manera. Una vez metido en el agumento de cualquiera de sus novelas, Bolaño me hace creyente, rendido al poder de su prosa e imaginación.

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Bolaño tuvo una vida plagada de contratiempos y enfermedades. En 1968, junto con su familia, se trasladó a la Ciudad de México donde comenzó a escribir artículos para varios medios. Dos años más tarde decidió  regresar a Chile, días después del golpe de estado, y se incorporó a la resistencia. Lo arrestaron y pasó 8 días entre rejas. En cuanto pudo, volvió a México para dedicarse por completo a la escritura.  Se le atravesaron muchas cosas: no tenía documentos, y muchas veces le tocó trabajar en oficios como basurero, descargador de barcos, vigilante nocturno y lavaplatos, entre otros.

En 1993 fue diagnosticado con una condición hepática bastante grave. En lugar de tirar la toalla y prepararse para su eventual muerte, se dedicó aun más a la esctitura. Antes de este diagnóstico Bolaño había publicado dos novelas que no lograron mostrar los mejores de sus talentos. Pero a estas alturas se obsesionó con dejar un gran legado literario,sin dudar en ningún momento que fuera capaz de hacerlo. Consiguió un puesto en la lista de espera para recibir un nuevo hígado, pero no tuvo suerte y falleció el 14 de julio de 2003 antes de que llegara su turno.

Durante esa década desde el diagnóstico en 1993 y su muerte en 2003, escribía cada vez más compulsivamente para lograr su meta autoimpuesta. Gracias a su entrega total mientras se le acercaba la muerte, somos beneficiarios de un cuerpo de literatura invaluable. Gracias,  Roberto Bolaño Ávalos, y que en paz descanse.