Hasta el mismo Esopo aceptó, de alguna manera u otra, que las palabras necesitaban convertirse en hechos. ¿Pero cómo etendemos la naturaleza y el efecto de un hecho? Diría yo, aprovechando la mente acuciosa y sabia de Juan Carlos Onetti, que en la mayoría de los casos los hechos ocurren sin palabras antecedentes. La única excepción es si el hecho es un voto o una promesa. Hay muchos ejemplos y les dejo tres: 1) Dos autos se chocan en una encrucijada; 2) Un estudiante de la U recibe una nota aceptable por su tesis; 3) Un tren llega más de una hora tarde a la estación.
Los tres son hechos, pero en sí no nos comunican casi nada. Nos hace falta saber las reacciones sentimentales de cada conductor, del estudiante que recibió la nota y cómo se sentían las varias personas en la estación del tren despues de que supieran del atrazo. Pensándolo bien, puede que resulten sentimientos positivos y negativos del mismo hecho.
En lugar de la sabiduría popular (por más antigüa que sea), yo encuentro en las frases de Juan Carlos Onetti la sabiduría atemporal. A primera vista la diferencia que verán les puede parecer insignificante, pero la sabiduría que hallo en ciertas frases de Onetti me asombra:
Porque los hechos son siempre vaciós, son recipientes que tomarán la forma del sentimiento que los llene.
Es verdad; el vacío que es un hecho nunca puede llenarse o formarse de palabras porque la palabra es siempre vacía también.
En cambio, los sentimientos sí tienen forma, y tienen masa también.
Muchos de los hechos suceden al azar, pero sus consecuencias generan respuestas emocionales.